Lo tenía todo planificado. Igual que esos villanos de película que urden un malvado plan y lo ejecutan con la precisión de un cirujano. Hace tiempo que Kilian escoge sus batallas muy cuidadosamente y la maratón de Zegama-Aizkorri siempre tiene hueco en su agenda. Y es que ninguna otra prueba en el mundo ha sido testigo tan fiel del nacimiento y la evolución de Kilian como estrella del trail running. Porque su legado comenzó hace casi veinte años y solo Dios sabe cuando terminará.
Kilian Jornet es a la montaña lo que Federer a la raqueta o Messi a la pelota. No es un alienígena ni un superhombre. Es la cabra. El mejor de todos los tiempos en el arte de desplazarse por las alturas. Y no importa si la montaña fácil, ancha, baja o abrupta. No ha existido nadie con esa capacidad para devorar kilómetros con tanta destreza y elegancia.
Pero además de buen atleta Kilian es un tipo inteligente y con poca misericordia. Un depredador. Por eso desde el primer instante decidió marcar territorio lanzando un ataque que nadie pudo seguir. Órdago a la grande. Durante los 42 kilómetros y 2.321 metros de desnivel positivo que ofrece el trazado vasco corrió en solitario. Es un decir, claro. La realidad es que estuvo arropado por millares de seguidores que, otro año más, dedicaron el domingo a subir al monte para disfrutar en vivo del mayor espectáculo que acontece en la sierra del Aizkorri.
Sancti Spiritu, en el ecuador del recorrido, volvió a ofrecer ese pasillo humano que ya se ha convertido en un emblema de la Zegama-Aizkorri. Para entonces Kilian ya aventajaba en varios minutos a sus dos perseguidores, Elazzaoui y Kibet. Por detrás, más rezagado, marchaba el vigente campeón, Manuel Merillas; así como los aspirantes Bart Prezdwojewski, Robert Pkemboi, Del Pero y Alain Santamaría.
El Aizkorri presentaba un entorno fantasmal, donde la niebla se erigía protagonista mientras Kilian avanzaba a ritmo de récord. Por supuesto, un récord que le pertenece desde el año 2022 (3h 36:40) y que parece inquebrantable a día de hoy. La cresta del Aizkorri puso a cada uno en su lugar. Es la zona más técnica del trazado y los corredores africanos sufrían en su misión imposible de recortar distancias. A su vez, atletas más técnicos como el propio Merillas se metían de lleno en la pelea por el podio.
La jornada en la comarca del Goierri fue de esas que pasará a la historia. Tras coronar el Andraitz, última de las grandes cimas del recorrido, Kilian se lanzaba como un kamikaze en busca de la plaza principal de Zegama. Marchaba solo 40 segundos por encima del récord y a casi diez minutos de sus rivales. Su crono final en meta fue de 3h 38:10, el segundo mejor de la historia del evento. Así, dándose un merecido baño de masas y anotándose su undécima victoria, Kilian se hacía inmortal en el mejor escenario posible, en una carrera de culto como es la Zegama-Aizkorri.
«En los últimos meses he hecho una preparación más específica para la carrera, pero este resultado son años de trabajo. Zegama es la carrera que me ha visto crecer como atleta y mi trayectoria deportiva no se entiende sin lo que he vivido aquí. Estoy convencido de que volveré porque Zegama es una carrera a la que siempre quieres volver. Aquí empezó todo hace ya 17 años cuando gané por primera vez», declaraba el atleta catalán.